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¿CUÁL ES EL LÍMITE?

05/07/2020

Mi responsabilidad termina donde empieza la del otro, podría adaptarse la repetida frase que alude a la libertad.

El sábado 4 de julio estaba perdiéndose ya entre las hojas del pasado cuando el informe del Hospital Regional Goya anuncia lo indeseado, lo que venía evitándose con esfuerzo: el primer caso positivo de COVID19 en la ciudad.

De inmediato: activación de protocolo con personal policial interviniendo en el lugar. Parte de la población alterando las redes, emitiendo juicios, vecinos aportando observaciones, otros denunciando públicamente irregularidades… Y así las primeras horas del domingo llegaron con los nervios alterados.

Un poco más relajados por la mañana, entre tantas cosas dichas y quizá como otros: me detengo a pensar. Partiendo de la interrogante ¿cuál es el límite? Tratemos de pensar juntos.

LA DECISIÓN DEL ESTADO DE REPATRIAR

¿Estuvo bien se haya repatriado a este grupo de correntinos desde Buenos Aires?

Creo que habiendo estado Goya en camino de Nueva Normalidad, donde juega un rol decisivo la responsabilidad individual, era cuando menos una buena oportunidad de acercar a nuestros conciudadanos y llevar cierta tranquilidad a sus familias. Porque más con aciertos que desaciertos veníamos haciendo las cosas, no a la perfección, pero lo suficientemente bien como para vivir con cierta normalidad. ¿o acaso no hubieses hecho lo imposible por traer a ese miembro de tu familia a su ciudad, donde hasta ayer mirábamos al Covid fuera de nuestros propios límites?

LA OBLIGACIÓN DEL REPATRIADO

El Estado hace el esfuerzo de traer a estos correntinos y les dice cómo deben proceder de acuerdo al protocolo; el Hospital repite lo mismo. ¿De quién es ahora la responsabilidad? Del repatriado, de una vez aquí seguir cumpliendo los protocolos establecidos. Hisopado (con resultado inicial negativo) y Cuarentena Domiciliaria con seguimiento sanitario.

¿Qué implica la cuarentena domiciliaria? Hacer de mi casa el hospital y de mi cuarto, “Terapia Intensiva”. Es ahí donde debo permanecer. Y cómo en terapia, no recibir visitas y mantenerme alejado del contacto incluso de quienes viven conmigo. Es la manera de protegerlos. Implica comer por separado, utilizar en lo posible el mismo juego de vajilla siempre, entre otras cuestiones. Así 14 días al menos.

REACCIÓN PÚBLICA

El protocolo preveía un segundo y tercer hisopados. Al segundo: positivo.

Mensajes reenviados de grupo en grupo repitiendo lo mismo: “no está respetando” “anda por la calle” … Ya ni se sabe de donde surgen estos mensajes, igual murmuran las vecinas. Y muchos más. Otro con nombre y apellido denuncia públicamente y su mensaje también se instala en la galería de los teléfonos. El Intendente Ignacio Osella pide solidaridad para con la familia, haciendo notar que “le puede tocar a cualquiera”. No faltaron desquiciados que cascotearon el domicilio. Injustificable. También amerita denuncia.

Porque sabemos que hay líneas para denunciar si somos testigos que alguien infringe las normas de convivencia social. Pasó cuando las canchas de paddle aquellas no respetaron el protocolo. Y está bien que así suceda: que notifiquemos por las vías que correspondan donde hay gente que no hace lo que debe en el marco de esta pandemia, a fin de que las autoridades competentes actúen en consecuencia. No la estigmatización. No tiro la piedra y escondo la mano. Y lo de los inadaptados que apedrearon no tiene nombre. También deben ser denunciados, insisto.

CONSECUENCIAS SOCIALES

Las personas no vivimos solas, sino en sociedad, y cuando actuamos nos acompañan una serie de derechos y obligaciones que, cumpliéndolos o no, tienen sus consecuencias en la sociedad. La aparición de este caso positivo, de movida trajo como consecuencia la suspensión de todas las actividades públicas ganadas hasta el momento.

Nuestra relación con el otro implica que al ejercer nuestros derechos estos no deben sobrepasar los derechos del otro, más bien serán referencia para reconocer nuestros límites.

En este estado de convivencia es obligación “respetar los protocolos”; porque cómo en prácticamente todos los órdenes de la vida, las decisiones en el actuar tienen consecuencias en los demás. Así como con este escrito, que seguramente provocará adhesión, o rechazo, o indiferencia. Algo provocará. Lo que importa es darnos cuenta que lo que hacemos incide en los demás. Y si esto es así, que entonces incida de manera positiva. Que beneficie y no perjudique. Que sume. Que una y no que divida

COMPROMISO SOCIAL

Sé que alguno dirá retobado “yo soy libre de hacer lo que quiero”. A él recordarle que ciertamente es libre de tomar sus decisiones, siempre y cuando no molesten o interfieran a los demás impidiéndoles también vivir con libertad. Por ejemplo: sos libre de gritar fuerte, siempre que eso no le quite al otro la libertad de disfrutar del silencio.

En este marco de pandemia, hay libertades muy peligrosas. Debemos cuidarnos entre todos, por eso necesito que, como yo, cumplas con las normas que ya todos conocemos y así me cuides, del mismo modo que seguramente querrás cuidar a tus íntimos, a tu familia, tus amigos. Compromiso social. Es fundamental esto. Lo volvieron a pedir desde el Comité de Crisis, tras la reunión de emergencia de este domingo.

¿Cuál es el límite entonces? La llaman “la voz de Dios” porque la conciencia es siempre buena y justa consejera. Por eso, como diría Rodrigo Vélez: Que el límite sea tu conciencia.